El agotamiento laboral, conocido como burnout, se transformó en una de las principales preocupaciones del mundo del trabajo. No se trata sólo de cansancio: es una respuesta física y emocional ante el estrés sostenido, capaz de afectar la salud mental y la motivación.
Diversos relevamientos ubican a la Argentina entre los países que presentan mayores niveles de agotamiento laboral de América Latina impulsados por jornadas largas, salarios bajos y una cultura de alta exigencia. En el contexto global, la tendencia también crece: una investigación de LinkedIn, realizada entre 16.000 trabajadores, reveló que el 40% de los empleados dijo sentirse estancado o directamente afectado por el burnout.
Los rubros más afectados
Los resultados del análisis de LinkedIn revelan que administrar proyectos, trabajar en salud y enseñar son las profesiones que generan mayor desgaste. En cada caso, la combinación de exigencia emocional, presión por resultados y escaso reconocimiento conforma un escenario propicio para la saturación.
En el área de administración de proyectos, donde confluyen especialistas en marketing, ingeniería o comunicación, la carga mental es elevada y los plazos cortos agravan la tensión.
El sector de salud y asistencia social lidera el ranking: los profesionales enfrentan guardias extensas, alta demanda y una fuerte exposición emocional. Algo similar ocurre en el ámbito educativo, donde el contacto diario con estudiantes y la falta de recursos aumentan el agotamiento.
Otros rubros con alto nivel de estrés incluyen finanzas y seguros, administración pública y servicios de alimentación, donde las jornadas prolongadas y la atención constante al público intensifican la fatiga. En construcción, el esfuerzo físico y la presión por los plazos también impactan en la salud laboral.
Quiénes son más vulnerables
Los datos complementarios de la encuesta de Vision Direct, citados por LinkedIn, revelan que el burnout afecta con mayor frecuencia a mujeres y jóvenes. El 73% de las mujeres encuestadas admitió haber llorado por estrés laboral, frente al 27% de los hombres.
Entre las generaciones más jóvenes, la incidencia también es alta: el 30% de los millennials y el 27% de los centennials reconocieron haber tenido episodios de llanto por burnout.
El formato de trabajo influye: quienes cumplen horarios completos en oficina tienen más probabilidades de padecerlo que quienes trabajan en esquemas híbridos o remotos, donde hay mayor flexibilidad y menor exposición al estrés cotidiano.
Especialistas señalan que glorificar el agotamiento profesional es un error frecuente en las empresas. La productividad sostenida no puede construirse sobre el cansancio.